Montevideo, 14 de noviembre de 2012. La decisión sobre cuántos hijos tener y sobre cuándo tenerlos es un privilegio de los países desarrollados y de las elites de los países en desarrollo. Pero todavía, para una mayoría de personas de los países empobrecidos, el poder y los medios para determinar el tamaño de sus familias es inadecuado o insuficiente. En el mundo se estima que existen 222 millones de mujeres carecen de acceso a servicios que le permitan controlar su calendario reproductivo, así como a información y suministros médicos, confiables y de alta calidad. Todo ello deriva en embarazos no deseados. Eso no quita que en los países desarrollados, y en países de renta media-alta como Uruguay, todavía exista alto riesgo de embarazos no deseados, especialmente entre adolescentes, procedentes de familias pobres o de minorías étnicas.
Sobre la tasa de nacimientos en adolescentes de entre 15 y 19, Uruguay cuenta con cifras superiores a la media mundial, siendo de 60 por cada 1000 mujeres la cifra nacional y de 49 la media internacional. La tasa no está muy lejos de la de países que muestran tasas de fecundidad mucho más altas, como Sudán (donde es de 70), y supone más del doble de la de Reino Unido (25) y más de cuatro veces la de España (13). Al compararla con datos de la región latinoamericana, cuya media es de 79 nacimientos de madres adolescentes por cada 1000 mujeres, las cifras parecen más alentadoras, pero llama la atención que siendo Uruguay un país de desarrollo humano alto presente similares tasas que países de desarrollo humano medio como Paraguay (63) o El Salvador (65), y más nacimientos de madres adolescentes que Cuba (51). Los datos se refieren, según país, a la última cifra disponible entre los años 1991 y 2010.
En cuanto a la comunidad afrodescendiente en Uruguay, que representa entre el 9 y 10% de la población y refleja una fecundidad más alta que la del resto, las mujeres entre 14 y 19 años se inician de forma más temprana en la vida reproductiva, siendo la paridez –definida como el promedio de hijos por mujer hasta dicha edad- de 0,10 frente a un 0,07 entre las no afro.
Las mujeres que tienen acceso y oportunidad de elegir el uso de métodos anticonceptivos completan los ciclos educativos, se benefician de ingresos propios y pueden participar de forma más activa en su comunidad. El costo de ignorar el uso de anticonceptivos incluye la pobreza, la exclusión, peor salud y desigualdad de género. Sin embargo no basta con incrementar la oferta de métodos, ya que cuando las mujeres no completan los ciclos educativos, carecen de acceso a ingresos propios y no participan de forma activa en su comunidad se encuentran con mayor riesgo de controlar su calendario reproductivo.
Según Mujer y Salud en Uruguay (MYSU), a partir de la evidencia de los datos obtenidos del Observatorio Nacional de Género y Salud Sexual y Reproductiva en Uruguay (que se realiza desde 2007), es importante extender una política nacional en Educación Sexual y Salud Sexual y Reproductiva dirigida a la población adolescente, con especial atención a las mujeres con menor acceso a educación y recursos socioeconómicos, quienes se encuentran notoriamente en situación de mayor vulnerabilidad en el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos.
En cuanto a la tasa de prevalencia de métodos anticonceptivos, según el Estado de la Población Mundial 2012, Uruguay presenta mejores datos, siendo la tasa de 77% para el uso de cualquier método y de 75% para el uso de métodos modernos, mientras que la media mundial es de 63% y 57 % respectivamente. Uruguay también muestra tasas ligeramente por encima de la media latinoamericana (73% y 67%), siendo sólo superado en la región por Brasil. Este indicador se refiere a mujeres casadas o en uniones consensuales.
Sin embargo, las altas tasas de embarazo y maternidad adolescente que presenta Uruguay parecen incoherentes con esta alta prevalencia de uso de métodos. Ello es debido a que, además de condiciones sociales que están en la base de estos embarazos, muy pocas mujeres jóvenes y adolescentes acceden a métodos reversibles de larga duración como el DIU o los implantes, y otro porcentaje importante no accede a métodos que controla por sí mismas como las pastillas. Según el Observatorio Nacional de Género y Salud Sexual y Reproductiva en Uruguay, todavía el 43% de mujeres uruguayas no controlan por sí mismas el uso del método anticonceptivo y dependen de la negociación con sus parejas y fundamentalmente de la voluntad de éstas para la utilización del preservativo o condón.
A pesar de que desde 2011 se incorporan en Uruguay los servicios de salud sexual y reproductiva como prestaciones obligatorias, el 43% de las mujeres jóvenes con menor nivel socioeconómico declara haber iniciado su vida sexual activa pero no haber realizado consulta ginecológica, siguiendo los datos del Observatorio.
Recordemos que el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, que fija los compromisos internacionales en materia de población y desarrollo, afirma que todos los países deberían adoptar medidas para satisfacer las necesidades de planificación familiar de sus poblaciones y proporcionar acceso universal a una gama completa de métodos seguros y fiables de planificación y a servicios conexos de salud reproductiva.
Asegurar el acceso universal al control del calendario reproductivo por parte de la mujer es proteger un derecho humano. En el mundo, de los 80 millones de embarazos no deseados en 2012, la mitad aproximadamente acabarán en abortos. Atender la demanda no satisfecha de planificación familiar puede evitar 54 millones de embarazos no deseados y hasta 26 millones de abortos.