Nirvana González Rosas, coordinadora de la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y el Caribe (RSMLC) y coordinadora del Comité Coordinador Regional de la sociedad civil para Cairo 2014 y más allá, defiende que “el consenso de la CIPD no es un techo, es una puerta abierta a mayores avances, y por allí debemos transitar”. En esta entrevista profundiza más sobre el estado de la CIPD a casi 20 años de su aprobación.
¿Cómo llegaste a la Agenda de Cairo?
Yo no estuve en la reunión inicial de Cairo, pero estos son los temas en los que trabajo desde que me inicié en el movimiento feminista por la salud de las mujeres. Fui cofundadora de la primera organización caribeña en el tema de la salud sexual reproductiva, desde 1979, en mi país Puerto Rico. Tras nosotras, y tomando esta experiencia, otras organizaciones abrieron en otros países de la región. Algunas de ellas nos han acompañado en esta reunión de Montevideo.
En tu opinión, ¿qué ha cambiado?
Los contextos globales y regionales van cambiando. Los primeros diez años la Agenda Cairo tuvieron un impacto muy marcado en el crecimiento del movimiento de las mujeres, en particular, y de la salud sexual y reproductiva, en general. Pero con los años es un movimiento que se amplia, se fortalece y se articula alrededor de una agenda que sentó precedentes en muchos sentidos en términos del desarrollo humano. En la Agenda de Cairo las personas dejaron de ser números y pasaron a ser sujetos y sujetas de derechos humanos y por primera vez en una instancia de Naciones Unidas se valida el concepto de derechos reproductivos como derechos humanos. Que 179 países lo adoptaran marcó un hito en la historia. Esto va trayendo interés, alianzas desde muchos otros sectores, como son el movimiento LGTB, trabajadoras sexuales, mujeres viviendo con vih, transexuales... Y es que todos aquellos movimientos sociales que de una forma u otra trabajen dentro del marco de derechos humanos (inmigración, envejecimiento...) están y son parte de esta agenda. Las mujeres fueron las que se articularon en estos primeros diez años, pero en la pasada década se han ido integrando otros sectores para abogar y monitorear por el Plan de Acción de la CIPD.
¿Cómo se llegan a integrar movimientos tan diferentes y nuevos actores?
Por la intersectorialidad, porque la agenda Cairo se intersecciona con el resto de objetivos. Por ejemplo, todos los seres humanos de un modo u otro tienen derechos reproductivos, y sexuales (aunque no se incorporase en Cairo). La situación de la salud sexual y reproductiva está vinculada, el aborto seguro también está vinculado, las situaciones de discriminación también están vinculadas. La CIPD significó con un hito porque incorporó temas como los derechos reproductivos, la educación sexual o los derechos de las personas jóvenes en un marco de derechos humanos. En aquel momento eran elementos basicos que estaba impulsando el movimiento feminista desde décadas antes. Pero al ser aprobado por Naciones Unidas se convierte en un instrumento de incidencia.
¿Cuáles son tus conclusiones de la reunión de sociedad civil en Montevideo?
La primera es que estamos en la disposición más que nunca, en el momento político más que nunca de trabajar en alianza con todos los sectores que están vinculados, incluyendo organizaciones basadas en la fe. Con todos esos sectores es muy importante trabajar. Otra conclusión es que a pesar de las amenazas que tenemos y el contexto político y financiero de la región, lo que ha debilitado mucho el movimiento, estamos en una coyuntura importante para articularnos mejor de cara a todo lo que va a venir adelante. Van a venir muchos otros espacios intergubernamentales donde tenemos que defender la agenda Cairo y hacer vínculos con otras agendas que van a venir, como Río y Beijing, y que están ahí de frente.
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