Montevideo, 1 de diciembre de 2022 (UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas)— Con más de 15 mujeres, el último sábado de noviembre tuvo lugar la tercera reunión del año de la Red de mujeres de las ollas Los Bulevares y Cuenca Casavalle, unos encuentros que buscar fortalecer el liderazgo de las mujeres que están a cargo de las ollas populares de esos barrios. Son espacios para compartir y reflexionar sobre sus realidades y preocupaciones, que van desde la falta de insumos para cocinar y el aumento de comensales, hasta el consumo problemático de drogas cada vez más extendido entre los jóvenes de sus barrios, la violencia de género y embarazo adolescente. Ellas perciben que a partir de la organización espontanea para responder a una necesidad en sus barrios, los vecinos las reconocen como referentes.
Esta iniciativa es impulsada por la Oficina de Uruguay del Fondo de Población de las Naciones Unidas a través del proyecto “Barrios saludables y libres de violencia”, cuyo objetivo es apoyar a esos movimientos de mujeres de base y brindarles herramientas que les permitan convertirse en redes fuertes, que no solo apunten a las demandas alimenticias de sus comunidades, sino que también puedan ser referentes en temas que les preocupan de sus comunidades, como la violencia de género o derechos sexuales y reproductivos.
“Entendimos que para UNFPA era una responsabilidad moral apoyar a estas mujeres y salir de nuestra zona de confort de nuestro mandato directo”, explica Fernando Filgueria, Jefe de Oficina de UNFPA en Uruguay. Tras el proyecto inicial, que fue sumando etapas y fondos, se creó una sinergia que, una vez que la pandemia por COVID-19 terminó, se pudo continuar “ya no en la forma de apoyo de la seguridad alimentaria, sino apostando a que estas redes de mujeres se conviertan las líderes de sus comunidades, que puedan ir más allá de lo que hicieron las ollas. Como las propias mujeres de las ollas nos han dicho, que han descubierto un vecindario detrás del vecindario”, agrega.
Balance de final de año
La tercera y última reunión del año se dividió en dos bloques. En el primero, Carina Zeballos, del grupo de mujeres de la Coordinadora Nacional de Asentamientos compartió su experiencia como integrantes de su organización. El intercambio permitió identificar herramientas para poder aplicar a las realidades de las propias mujeres de las ollas, para mejorar la capacidad de gestión para fortalecerse.
En el segundo bloque, se hizo una evaluación del proceso de trabajo. En esas reflexiones, una de las referentes señala: “Me llevé amigas, es un espacio de intercambio, un encuentro para pensar juntas” a lo que otra agrega que las reuniones le han permitido reconocer “las dificultades de las distintas ollas, a veces son las mismas, otras veces diferentes”, que le han permitido encontrar soluciones a problemas, escuchando y conociendo otras formas de organización.
“Con las reuniones que tuvimos, salimos del entorno, nos despejamos, comemos rico y no cocinado por una. Quería que llegara el sábado, a veces ves que tus problemas no son tan grandes cuando hablas con otra persona”, enfatiza una de las mujeres. El trascender el espacio de las ollas y los comensales ellas lo denominan “el intercambio de vida fuera de la olla”.
Tras la implementación de “Barrios saludables y libres de violencia” se han organizado diversos talleres y actividades con mujeres referentes de 50 ollas populares, quienes reparten comida a cerca de 100.000 personas de los barrios carenciados de Montevideo. Los encuentros entre estas mujeres han generado el intercambio y reconocimiento mutuo acerca del trabajo que realizan a su alrededor.