lo largo de la historia, las sociedades y culturas han conceptualizado al ciclo de vida
de diferentes formas y lo han clasificado en diferentes etapas. Mientras antiguamente en
latín se contaba con siete expresiones para nominar las etapas vitales, en el francés del
Renacimiento eran tres: niñez, juventud y vejez (Ariès, 1962). La ciencia produjo cono
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cimiento sobre las características y manifestaciones bio–psico-sociales de estos perío
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dos evolutivos atribuyéndoles distintos significados. Durante mucho tiempo se enfatizó el
carácter universal de las etapas de la vida. Sin embargo, esta idea ha sido probleama
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tizada concluyendo que no representan exclusivamente edades biológicas, sino que
se trata de constructos socioculturales e históricos. A decir de Enrique Martín – Criado,
“las clases de edad son divisiones que se operan con base en una edad definida socialmente:
infancia, juventud, vejez... Estas divisiones actúan como performativos: cada una de ellas
supone una forma de pensamiento y comportamiento socialmente definida y los suje
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tos tienden a adecuarse a la definición social de la categoría en que se hallan incluidos.
Estas clases de edad varían históricamente, tanto en los comportamientos que se les atribu
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yen como en el tramo de edad biológica que cubren” (2005, p.88).
Según Bourdieu (1990),
la construcción de las clases de edad es el resultado de la lucha simbólica entre ellas