Las desigualdades económicas que aquejan a gran parte del mundo de hoy se ven exacerbadas por muchas otras formas de desigualdad, incluidas las desigualdades en el ámbito de la salud sexual y reproductiva. Existen más de 200 millones de mujeres -muchas de las cuales son pobres y habitan en rincones alejados del mundo- que carecen de acceso a métodos de planificación familiar voluntaria. Adicionalmente, más de 800 mujeres embarazadas -muchas de ellas en situaciones socioeconómicas precarias- mueren cada día como resultado de complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto.
En muchas partes del mundo, el acceso a servicios es particularmente limitado o incluso inexistente para las mujeres rurales e indígenas, una situación que incide en su capacidad para ejercer sus derechos reproductivos.
Si no nos ocupamos de la discriminación que estas mujeres deben enfrentar, tanto en el ámbito público como en el privado, muchas de ellas seguirán atrapadas en un círculo vicioso de pobreza, embarazos recurrentes, capacidades limitadas, falta de ejercicio de sus derechos humanos y un potencial desaprovechado. La negación del ejercicio de los derechos reproductivos no solo perjudica a las personas; también puede traducirse en contextos de desaceleración económica y en un impacto negativo en el desarrollo de los países.
Lograr el acceso universal a la atención de la salud reproductiva no solo ayudaría a las mujeres pobres y rurales a ejercer sus derechos reproductivos; también les permitiría tener una mejor salud, un mayor acceso a la educación y una mayor participación en todos los ámbitos de la vida, incluida la vida económica. Estos beneficios no solo serían para ellas, sino también para sus familias y sus países. Es por ello que en UNFPA tenemos la misión de trabajar con nuestros aliados para satisfacer la demanda insatisfecha de servicios e información en materia de planificación familiar, además de poner fin a las muertes maternas evitables y otras prácticas lesivas en contra de las mujeres y las niñas para el año 2030.
Hacer frente a las desigualdades y la discriminación siempre ha sido un elemento fundamental del trabajo del UNFPA. Trabajamos para asegurarnos de que nadie se quede atrás a través de programas para mejorar las vidas de las mujeres excluidas y marginadas.
Hoy, Día Internacional de la Mujer, los invito a renovar nuestro compromiso para hacer frente a las muchas y diferentes formas de desigualdad que impiden que las mujeres, especialmente las mujeres pobres, rurales e indígenas, ejerzan sus derechos y logren sus metas, y vivan en condiciones iguales a aquellas de los hombres. Lograr un mundo más equitativo depende de ello.
Dra. Natalia Kanem, Directora Ejecutiva de UNFPA
Mensaje del Día Internacional de la Mujer